EL DINERO, NO LO ES TODO
Laura era una chica muy popular. Todo el mundo la conocía. Lo que Laura
desconocía era que sus amigas iban con
ella por interés, porqué era muy rica y también porque su padre era el alcalde
del pueblo.
Era bastante guapa, pero todo lo que tenía de guapa lo tenía de tonta y
repelente.
Cuando cumplió los dieciséis años, sus padres la enviaron a la ciudad para
ser la directora de la empresa de su madre.
Así que hizo las maletas y se despidió de su familia y amigos. A los dieciséis años salió del pueblo,
creyéndose el centro del mundo.
Cuando llegó a Barcelona, lo primero que hizo fue buscarse un ático dúplex
y a una señora de la limpieza ya que ella nunca había limpiado y no pensarlo
hacerlo.
El primer lunes se presentó en la empresa. Los empleados enseguida le
explicaron lo que tenía que hacer, le enseñaron toda la empresa, etc. Como a la
chica no le gustaba hacer nada, se pasaba las horas haciéndose la manicura,…
Pasaron dos semanas y ella aún no había hecho nada de lo que le habían
pedido, así que la subdirectora Lola García se vio obligada a llamar a su
madre. Cuando se lo contaron, no dio crédito. Sabía que a su hija le gustaba
poco trabajar, pero pensaba que si la ponía a trabajar de jefa, ya le gustaría
más. Finalmente para darle una lección, la despidió y le retiró todo el dinero
del banco.
Laura se quedó sin un céntimo. Tuvo que irse de su ático y buscarse un
lugar más barato donde vivir. Después se fue a dar una vuelta por la calle para
buscarse algún trabajo que fuera fácil y en el cual no tuviera que hacer nada.
Mientras iba por la calle pensando en sus cosas, vio un anuncio de camarera en
un pub. El cartel le recordó viejos recuerdos de cuando montaba grandes fiestas
para sus amigos. Ella misma les preparaba los cócteles. Le gustaba mucho hacer
esas cosas y además se le daba muy bien. Así que decidió presentarse a la hora que
estaba puesta en el anuncio.
A las nueve en punto se presentó. El amo del bar la miró un par de veces y
le dijo: -Ven conmigo.
La llevó detrás de la barra y le puso encima algunas bebidas y un vaso.
-Muéstrame lo que sabes hacer.
Laura empezó a mezclar dos bebidas, puso hielo y una sombrillita.
Seguidamente se lo dejó probar.
El chico que parecía bastante joven, de unos 20 años, le dijo: Me ha
gustado. ¡Estas contractada! Estuvieron un buen rato charlando. Se hicieron muy
buenos amigos.
A las diez empezaron a llegar muchos clientes y Laura no podía estar en veinte
sitios a la vez. Miki el dueño del bar, se puso el delantal y la ayudó. Al cabo
de un rato, se dio cuenta de que lo estaba haciendo bastante bien y que cada
vez se le daba mejor.
Los días pasaban y los dos se hicieron muy amigos. Laura había cambiado. Ya
no era tan repelente ni tan creída. Ahora
entendía que la felicidad no es tener mucho dinero sin ningún esfuerzo, que lo
mejor es labrarte tu futuro, conocer a gente y sobretodo ayudar a los demás.
Al cabo de cinco meses, ella y Miki se enamoraron y se fueron a vivir
juntos. Hacían muy buena pareja. Quién
le iba a decir que la amistad y el trabajo honrado eran mejor que estar de
brazos cruzados.
Anna
Mestre
Sant Jordi
EL SALVADOR DEL BAR
En un pueblo que nadie conoce, solamente sus habitantes,
allí nació una criatura. Esa criatura, cuando nació no lloró como todos los
demás. Todos pensaron que moriría, pero no fue así, el niño vivió. Con el paso
del tiempo el niño fue creciendo y lloró pocas veces, tan pocas que las podría
contar con una mano. Él cuando tenía dos o tres años, (hacia travesuras como:
subirse a una mesa, a una silla, intentar subir al armario, en fin, cosas de travieso).
El padre de ese
niño pensaba que su hijo había nacido con valentía, sin temor a nada. Ese niño
se llamaba al Jorge. Al paso del tiempo el niño crecía más, fue al cole como
todos los demás, sacaba notables y excelentes, vamos que era un chico muy estudioso. Fue al instituto y
sacaba notas altas y dejaba en ridículo el resto de la clase.
Ese chaval no tenía
novia, tampoco quería tenerla. El joven no era muy guapo pero a él le daba
igual, a él lo que le interesaba era sacarse los estudios y consiguió su
objetivo: Acabo sacándose los estudios tal y como
quería.
A
los dieciséis años salió de su pueblo, creyéndose el centro del mundo. Él fue a un bar
para pedir trabajo, al entrar vio que estaban atracando al hombre del
bar, vio que el ladrón llevaba una pistola, él no hizo lo que no hace una
persona normal hubiese hecho, que era huir, se quedó y saltó al cuello del
atracador y lo dejo sin respiración. Con la otra mano, cogía el dedo del ladrón para que no
pulsara el gatillo. Así consiguió
salvarle. Cuando el ladrón estaba inmovilizado, llamaron a la policía y se
llevaron al ladrón. El dueño del bar le preguntó a Jorge si podría hacer alguna
cosa para recompensarle a cambio de que
le salvara la vida. Jorge dijo:
-Quiero trabajar aquí-
Así fue, lo cogió en el trabajo.
Pasaron los años y él
trabajaba muy bien allí. Un día escuchó por la radio que el ladrón fue
liberado, tras pasar unos años en la cárcel. Cierto día volvió el mismo ladrón
al bar, el ladrón sacó una pistola y le apuntó a la cabeza y le dijo:
-Esto por lo de hace años-
El ladrón disparó, cosa que causó la muerte de Jorge. Al
entierro, el dueño del bar dijo..
-Este chaval me
salvó la vida y él ahora ha perdido la suya, y no pude hacer nada y le debo mi
vida. Juro por dios que encontraré al ladrón que lo mató y también pondré su
nombre en el bar-
Tiempo después salió en las noticias que el ladrón murió
a causa de un corte profundo en el cuello. En la chaqueta del
muerto había una nota que ponía: -Por
Jorge-.
El dueño del bar cumplió su promesa y desde ese día el
bar pasó a ser llamado San Jorge.
FIN
Jordi Salvador
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